"Went to see the gypsy
Stayin’ in a big hotel
He smiled when he saw me coming
And he said, “Well, well, well”
His room was dark and crowded
Lights were low and dim
“How are you?” he said to me
I said it back to him"
Con estos versos da comienzo "Went To See The Gypsy", ficticia pero no por ello menos fascinante y enigmática crónica de un encuentro en un hotel de Minnesota entre Elvis y Dylan. Y es que nadie como los dos mayores iconos de la música popular del siglo XX para exaltar la imaginación del melómano. Dylan y Elvis, Elvis y Dylan, el cuerpo y el cerebro, que dijera Springsteen. "La primera vez que oí la voz de Elvis supe que yo no trabajaría para nadie, y que nadie sería mi jefe(...)Oírlo por primera vez fue como huír de la cárcel" diría un Dylan que se había quedado profundamente marcado en su adolescencia por las grabaciones originales que el de Tupelo registrara para Sun Records. De hecho, el eco de ese sonido se puede percibir a lo largo de su obra como atestiguan, sin ir más lejos, la crudeza y la pureza que destilan TOOM, Love & Theft o Modern Times, suerte de "Trilogía Americana" fundada sobre los cimientos no sólo del sello de Sam Phillips sino también de Chess Records, por ejemplo. Dylan se acercaría al cancionero de Elvis más de una vez entregando rendiciones de temas como "Blue Moon", "Can´t Help Falling In Love" o "Tomorrow Night". Aunque no serían sólo canciones lo que "compartieron" sino que músicos como Charlie McCoy, que se encargaría del bajo en discos como Nashville Skyline o John Wesley Harding, habrían echo lo propio para el Rey a mediados de los 60 durante las sesiones que tuvieran lugar en Nashville para RCA. También Bob Johnston, productor entre otros del Highway 61 Revisited y del Blonde On Blonde, había trabajado componiendo temas para las películas de Elvis. En 1972, Bob acudiría a uno de los cuatro conciertos que tuvieron lugar en el Madison Square Garden de Nueva York, escenario elegido para que Elvis diera sus primeros conciertos en la Gran Manzana (a los que también acudirían David Bowie, Art Garfunkel, John Lennon y George Harrison). Todos serían testigos del triunfo de un Elvis crecido por el desafío de actuar ante un público como el neoyorquino (¿tomaría nota His Bobness para giras como la del 78?). Jerry Scheff, bajista de la TCB Band, terminaría seis años después sustituyendo a Rob Stoner en la banda con la que Dylan acababa de registrar el directo At Budokan y encargándose de las cuatro cuerdas en el Street-Legal.
"Siento como si Bob Dylan hubiera dormido en mi boca", solía bromear Elvis en sus conciertos cuando necesitaba beber un vaso de agua entre tema y tema. Humor made in Las Vegas que no podía ocultar el profundo respeto que éste sentía por la obra de Dylan. El tradicionalismo que desprendía un disco como Nashville Skyline había marcado a un Elvis que por aquel entonces, mediados de los 60, mostraba un profundo interés por el trabajo de gente como Peter, Paul & Mary u Odetta; de hecho sería en un disco de la cantante de Alabama, Odetta Sings Dylan, dónde escucharía por primera vez "Tomorrow Is A Long Time" marcándole lo suficiente para grabar su propia versión en 1966, recibiendo el beneplácito del "homenajeado". Uno de los mayores triunfos artísticos de Elvis tendría lugar con su propio acercamiento a la música tradicional americana en el nunca suficientemente reivindicado álbum de 1971 Elvis Country, triunfo que debería haber tenido su continuidad en el frustrado proyecto de un disco de folk del que las canciones de Dylan no habrían quedado fuera (de hecho "Blowin´ In The Wind", "I Shall Be Released" y "Don´t Think Twice, It´s All Right" conocerían también su versión en la voz de Presley...y eso que veía apología de las drogas en muchos de sus temas!!!). Para aquella Elvis ya estaba embarcado en su propio Never Ending Tour que le tendría girando por la geografía de los EEUU desde su retorno a los escenarios en el verano de 1969 hasta llevarlo a la muerte. Un verano, en este caso de 1988, Bob Dylan emprendería el suyo, un camino errante que contrariamente a su ídolo de juventud parece que lo que le ofrece es la vida eterna; vida, en este caso física, terrenal puesto que en la memoria sentimental y el corazón de los que sentimos y vivimos su música ambos se la ganaron hace ya muchos años.
(Quiero dedicar esta entrada a Joserra cuya pasión por Bob es de todos conocidos y de quien tuve el honor que se convirtiera en el primer comentarista y seguidor de esta Limusina)
Que entradaza, amigo mío! Es meritorio la manera en que Dylan cerró el círculo con muchos de sus héroes de adolescencia (Johnny Cash, Link Wray, Ricky Nelson, Duane Eddy...) siendo homenajeado y ensalzado por ellos en lo sucesivo. No era para menos, claro.
ResponderEliminarRock-On!
Hey,
ResponderEliminarQué bueno, hace unos meses dediqué el artículo central del Ruta a esta relación. Muy buena entrada...
Un abrazo
Sencillamente maravilloso.
ResponderEliminarGozada de entrada. Inmejorable manera de comenzar tu seguno año.
ResponderEliminarSaludos
Muchísimas gracias por tu dedicatoria pero más por escribir y tener el tiempo o las ganas de nuevo para hacerlo porque merece tanto la pena escucharte...La cover de Elvis es muy emocionante, es como la de Sam Cooke de Blowing, son cosas de reyes.Y la pena es que no existan más covers del rey del otro rey.Un abrazo y keep on keeping on!
ResponderEliminarFantástica entrada, hoy todo el mundo esta inspirado, llevo hora y pico aquí sentado leyendo reseñas cojonudas, esta es un autentico magisterio.
ResponderEliminarSaludos a todos.
Plas, plas, plas.
ResponderEliminarMaravilloso artículo, compañero!
Elvis & Dylan, Dylan & Elvis...dos de los iconos más grandes de la música americana y aquí perfectamente unidos.
He leído una vez que la primera vez Dylan pisó Sun Studio besó el suelo del lugar. No me extraña.
saludos.