martes, 5 de febrero de 2013

INGRESANDO EN EL 'CULTO DE LA ÖSTRA AZUL'

Recuerdo un recopilatorio de finales de los noventa dedicado a la nutrida escena escandinava de esos años -compuesto por material inédito de bandas como Gluecifer, The Nomads o Hellacopters- en cuya portada se veía la desordenada habitación de, se supone, un adolescente con las paredes llenas de carteles, flyers de conciertos y vinilos desparramados por el suelo caso del debut de los Stooges, el Raw Power, Kick Out The Jams y uno de Blue Öyster Cult (creo que de uno de sus álbumes en directo). También recuerdo leer el nombre de estos últimos en algún artículo asociado con el de los seminales Radio Birdman, citados como influencia de más de una banda de rock australiana proclive a la alta energía. Para alguien que de aquella ni siquiera había escuchado su archiconocido "Don't Fear The Reaper" y tenía la imagen de Blue Öyster Cult como, en el mejor de los casos, "unos Black Sabbath americanos" cuando no una banda de la segunda división del heavy-metal esas asociaciones me chocaban... hasta que me he podido sumergir, ya en 2013, en su homónimo primer disco.


Pero antes de seguir detengámonos un instante en la foto que ilustra la entrada; si me dicen que es el fotograma de una comedia británica de los 70 que parodiaba el mundo del rock me lo creo; y si me instan a que adivine la música que hace esa banda no sabría a ciencia cierta qué decir, Donald Roeser parece que se acaba de escapar del rodaje de Superfly, los hermanos Bouchard por el contrario lo han hecho del de Spinal Tap mientras que el vocalista Eric Bloom parece salido de la portada del Unleashed In The East de Judas Priest y Allen Lanier de la del Teenage Head de los Flamin' Groovies. Entonces le das al play y te das cuenta que el caso de Blue Öyster Cult es de aquellos en los que el resultado es mucho más que la suma de sus partes; como si, tras llevarse de la biblioteca de su Long Island natal las obras completas de William Burroughs, hubieran viajado a un bar de San Francisco regentado por Ángeles Del Infierno para comprarles algo de ácido y, de vuelta a la Costa Este, se detuvieran antes en Detroit. Esa hipnótica portada, esos textos tan singulares, esa personal voz combinada con los teclados y las dobles -a veces triples- guitarras, y lo mejor de todo...que aún me esperan Tyranny And Mutation y Secret Treaties.