domingo, 19 de abril de 2015

OLD NEW BORROWED AND BLUE


En el mejor de los casos, una banda de singles. En el peor, un chiste. Ambos enunciados se aplican con denuedo a la hora de hablar de Slade. Ambos enunciados se nos antojan, cuanto menos, injustos. La crítica suele poner el foco en la oscuridad, en el drama, aunque éste sea impostado (ya sabemos que nadie se va a llevar un Oscar por una comedia). Y claro, ellos nunca pretendieron cambiar tu forma de ver la vida ni la sociedad. Lo suyo tenía más que ver con los pioneros de los 50, aquellos que hicieron del rock'n'roll un vehículo de expresión de los jóvenes. Pero pincha cualquiera de sus canciones y verás como una sonrisa se dibuja en tu rostro. ¿No es eso una forma de comunicación tan valiosa como maravillosa? Para ello, sí, contaron con un arsenal de singles que fueron callendo como bombas uno tras otro sobre las listas británicas pero basta con una mirada desprejuiciada sobre su discografía para encontrar media docena de álbumes perfectos. Trabajos sin los que no podríamos concebir la existencia de Cheap Trick, Kiss o los Replacements. Trabajos como Old, New, Borrowed And Blue, editado en 1974, con la banda situada en el pináculo de la fama.


Slade ya habían demostrado lo bien que se les daban las versiones cuando se ocuparon del "Move Over" de Janis Joplin en su anterior trabajo (Slayed?) y lo volvían a demostrar abriendo su nueva obra con una rendición del clásico de Rosco Gordon, "Just A Little Bit". Para la irresistible "When The Lights Are Out" son quien de conjugar su clásico sonido con una melodía y unas armonías de inequívoco aroma 'beatle'. El rock'n'roll desatado vuelve a tomar el control en "My Town" merced a su hímnico estribillo. "Find Yourself a Rainbow", con su vodevilesco piano, nos abre las puertas de un colorido cabaret en el que desearás acabar la noche. La poppie "Miles Out To Sea" es uno de los secretos mejor guardados del cancionero de los de Wolverhampton; de encantadora melodía, transmite un aire de nostalgia inusual hasta ese momento en su carrera. Cerrando la primera mitad del álbum, el boogie arrebatado y arrebatador de "We're Really Gonna Raise The Roof". El título lo dice todo, no cuesta imaginar a Bon Scott saltando al escenario para marcase un dueto con Noddy Holder. De igual manera que no cuesta imaginarse a los desmañados jóvenes punks que tres años después pondrían patas arriba la escena musical encerrados en su habitación escuchando repetidas veces "Do We Still Do It". Y es que, ¿acaso no son los riffs que la abren y con los que erigen el puente de la canción puro Sex Pistols? Combinando sonidos acústicos y eléctricos, la mccartniana "How Can It Be" nos lleva de paseo por la campiña. "Don't Blame Me" viaja a ritmo  de rhythm and blues a 1965, Slade transmutados en The Who. El infeccioso ritmo de "My Friend Stan" despeja todo pesar que puedas tener encima. Si no, también podrás exorcizar aquel con la conmovedora "Everyday", balada pianística de inusitada belleza. Último corte del disco, "Good Time Gals", viene a ser una pendenciera declaración de principios, aquella que sirve para ilustrar la deuda que tiene la banda de Paul Stanley y Gene Simmons con los autores de "Cum On Feel The Noize".

Una, dos, tres,... doce razones para echar por tierra cualquier apriorismo sobre el grupo de imposibles plataformas. Una primera muestra (a la vuelta de la esquina esperaban triunfos -en este caso, pasado ya su momento, "solo" artísticos- como In Flame o Whatever Happened To Slade) de que su fórmula escondía más de un ingrediente. Ahora te toca abrir la ventana, subir el volumen al 11 y pinchar estas canciones. Tus vecinos te lo agradecerán... o no.


jueves, 9 de abril de 2015

GIVE A TREE YOUR NAME


Cuando dejábamos atrás los últimos acordes de "If Su Is Not There", canción con la que los Feedbacks cerraban la que hasta la fecha era su última referencia: Sunday Morning Record (2006), lo primero que nos venía a la mente era que acabábamos de deleitarnos con uno de los mejores temas de pop de guitarras de la década, así de claro; afortunadamente, la obra que la contenía contaba con más perlas en su interior, cultivadas todas ellas por unos músicos que parecían haber alcanzado aquí su madurez. Certeza esta que se veía asaltada luego por una incertidumbre: ¿serían capaces los asturianos, no ya de superar, si no de alcanzar un resultado semejante con su siguiente obra? Cinco años tendríamos que esperar para obtener respuesta, felizmente positiva. Give A Tree Your Name (2011) recogía la melancolía que impregnaba su anterior disco, cuyas composiciones parecían el fruto de las pequeñas -e inevitables- derrotas que deja la vida, para guardarla en el maletero de un coche descapotable en pos de una eterna puesta de sol. Transitando por carreteras ya conocidas (power-pop, rock americano, orfebrería 60's, efluvios nuevaoleros,...) para dejar un rastro de migas en forma de canciones redondas. Once canciones robustas como un vetusto roble y acogedoras como su sombra en plena canícula. La elegancia de "Lost The Words". "The One For Him" o la, de nuevo, canción pop perfecta. La rotundidad de "The Canyon", con los de Mieres asomándose al Pacífico. "Always Waiting" o Elvis Costello conduciendo en dirección a Los Ángeles. Brian Wilson alumbrando con su sonrisa "Name Of The Game". El beat del Mersey y la energía de The Plimsouls fundidos en la sublime, colosal,  "Not Your Kind". Ese single "perdido" de Stiff Records de imposibles armonías que responde al título de "Won't Let Me Go" (adictivo es poco). El rock clásico de "Run With You". El luminoso medio tiempo de "Call Her Summer". Las guitarras supurando fuzz en "How Long". Y para celebrar que hemos llegado a nuestro destino, la explosión de purpurina que adorna el ritmo de la contagiosa "Glitter Girls". Los bellos y acertadísimos arreglos del productor Paco Loco redondeaban y engrandecían una obra, Give A Tree Your Name, nacida del talento de Adolfo García, Javier Civademilla, Carlos Gracía y Pablo González, fieles creyentes en el poder sanador de las canciones de tres minutos. Aquel al que Alex Chilton apelaba en la inmarchitable "Thirteen". Ya sabéis, rock 'n' roll is here to stay...