lunes, 15 de julio de 2013

DIRTY MIND


Ese eslogan ya lejano de que "los 80 son de Prince" hoy puede sonar a lugar común -y es que 33 años son muchos- lo que no implica que sea una afirmación menos cierta. Como no es menos cierto que lo lleva a cabo desde una posición, cuando menos, singular: siendo capaz de epatar por igual a artistas como Miles Davis y a estrellas como Madonna; jugueteando con las fronteras entre lo masculino y lo femenino; con un imaginario donde sexo y religión se entremezclan en desconcertante síntesis; partiendo de la tradición (Sly Stone, George Clinton, Hendrix, James Brown...) para poner en pie un nuevo sonido: el sonido de su generación.

Pañoleta al cuello, gabardina abierta y lencería de mujer; así tomaría al asalto Prince Rogers Nelson la década de los 80 desde la portada de su tercer disco, álbum erigido en torno a un sonido más básico y crudo que posteriores propuestas. Con sus alusiones sexuales, su batería de ritmo mecánico, sintetizadores en primer plano y el uso del falsete, el tema que le da título prefigura (parte de) la fórmula que encumbrará al genio de Minneapolis. A esta apertura soñada le sigue "When You Were Mine", la cual, como si de un caramelo envenenado se tratara esconde una sucesión de reproches bajo su dulce y alegre envoltorio new wave. El pegajoso bajo de "Do It All Night" y su irresistible ritmo contrastan con la atemporal elegancia y la cadencia soul de "Gotta Broken Heart Again". La cara B se abre con "Uptown", corte que palpita al ritmo que marca el corazón de un paisaje urbano testigo de un encuentro nocturno donde se despliega un colchón de funk, disco y rock. En "Head" lascivia y funk van de la mano (¿no lo han ido siempre?) mientras que "Sister" es un vitamínico corte de rock & roll,  un polémico viaje a toda velocidad que nos conduce a "Partyup", hedonista y vibrante llamada a la revolución.

Si bien con entregas posteriores (1999, Sign O' The Times, Purple Rain...) la propuesta de Prince alcanzaría unas cotas tanto artísticas como comerciales al alcance de muy pocos Dirty Mind no debe subestimarse pues no solo es audaz y convincente, el disco con el que -desafiante- rompería barreras y prejuicios, sino que si no estamos ante su primera obra maestra poco le falta.