jueves, 2 de julio de 2015

BILLION DOLLAR BABIES


El éxito de "I'm Eighteen", uno de los singles definitivos de los 70 y canción que haría las veces de último clavo en el ataúd donde se pudrirían los restos de la generación hippie, "rescataría" al Alice Cooper Group de convertirse en mero pasatiempo para futuros buscadores de reliquias musicales. Una nota a pie de página en la historia del Rock. Dos años y tres discos después, Alice Cooper eran la banda más grande de América. Era el momento de satirizar la fama, los egos desmedidos, el sexo como tabú, el culto al dinero... mientras se regodeaban -y disfrutaban- de todo ello. Habían alcanzado la condición de "chicos del millón de dólares" y como tal, ejercieron de espejo deformante del Callejón del Gato con su nueva obra: Billion Dollar Babies (1973). Compuesta por el músico canadiense Rolf Kempf (e interpretada por Judy Collins en los 60), "Hello Hooray", es la manera que tiene el grupo de invitarnos al espectáculo que está por comenzar. La orquestación de Bob Ezrin lo convierten en un inicio digno de Broadway. "Raped And Freezin'" nos lleva de viaje por el desierto, de Santa Fe a México (aunque suene a Detroit), para compartir las desventuras de un autoestopista cuyo final, creedme, no querríais compartir. Estamos en el punto álgido del escándalo Watergate, si Nixon ha podido ser presidente, ¿por qué no el candidato Alice? La emblemática y excitante (¡esos vientos!) "Elected" es una apertura de campaña inmejorable. ¡Mayoría absoluta! El tema titular, que contiene un dueto con Donovan (parte del álbum se registraría en los Morgan Studios de Londres), se erige en una de las piezas centrales por derecho propio merced a sus guitarras entrelazadas y a su icónico inicio con la batería de Neil Smith marcando el tempo. El final de la banda estaba más próximo de lo que podría parecer (en nueve meses vería la luz el notable Muscle Of Love, su último elepé) pero ésta aún se guardaba varios ases bajo la manga, ¿acaso alguien sería capaz de juntar la temida visita al dentista con The Who y James Bond como hacen los artífices de Killer en un tema que desprende la magia y locura de "Unfinished Sweet"? Abre la segunda mitad del disco uno de esos temas tan sencillos como inolvidables que eran marca de la casa del guitarrista Michael Bruce, "No More Mr. Nice Guy", gema pop elevada a la etiqueta de clásico instantáneo. Qué decir entonces de "Generation Landslide". Auténtico tesoro a descubrir. Verdadera joya oculta no solo del cancionero del combo sino del rock'n'roll setentas. Por la melodía, la armónica, los puentes, su sonido acústico y su retrato de la vida suburbial y el sueño americano. No en vano recibiría las loas del mismísimo Dylan. El amor conduce los siguientes dos números si bien el primero ("Sick Things") es una morbosa declaración dedicada a los fans de Alice Cooper mientras que la cabaretera y jazzística "Mary Ann" esconde, en forma de balada, una divertida diatriba contra una de sus célebres censoras (impagable el verso final que cambia por completo el sentido de la canción hasta ese momento: "Pensé que eras mi hombre"). "I Love The Dead", morboso, inquietante y divertido himno necrófilo, pone el broche de oro a este circo de tres pistas. Rúbrica a un trabajo que supondrá el culmen del Alice Cooper Group, el clímax del grupo que, marcando un antes y un después tras cuatro obras maestras consecutivas, había cambiado para siempre el rostro del Rock.