sábado, 12 de abril de 2014

BLACK LOVE


Nadie debería cargar con un secreto, es demasiado tarde cuando te das cuenta que se ha enquistado -corroyéndote por dentro como un maldito cáncer- y entonces, sólo entonces, comprendes que incluso matarías por que no saliese a la luz. Es lo que le ocurre al protagonista de Black Love. Sí, al protagonista ya que lo que Greg Dulli y su banda nos entregó en 1996 no era un mero conjunto de canciones sino la banda sonora de una película aún por realizar, la hipotética adaptación de un hipotético relato por descubrir de Jim Thompson con David Lynch tras la cámara... al menos en mi cabeza. Porque si hay un disco que he vivido, en el que he vivido, es éste, sin medias tintas, siendo absorbido en cuanto suenan esos ruidos que abren y cierran el "relato" que lo mismo pueden ser el eco de las vías de un tren o el estremecimiento de las entrañas de una ciudad (cómo no pensar en el tratamiento sonoro que acompañan los paisajes industriales de Cabeza Borradora o Terciopelo Azul); y cómo no dejarse arrastrar por ese secreto regado de alcohol y otras sustancias, ese secreto por el que merece la pena cometer un crimen, detonante de una fuga (¿una huida física, real o, tal vez una fuga psicogénica como la del Fred Madison de Carretera Perdida?) durante la que nos asomaremos a la culpa, el dolor, la desconfianza y la paranoia,... al menos en mi cabeza. ¿Os he dicho ya que vivo Black Love?.


Hasta aquí la historia, lo que se puede contar y lo que se puede interpretar -Greg Dulli nunca ha desvelado su significado, dejando al oyente/espectador que rellene los huecos con la ayuda de las fotografías que acompañan los textos de las 11 canciones-; la música, por su parte, no resulta más sencilla de desentrañar. En el seno de Black Love (nombre también de una marca de incienso -el que ilustra la portada- que obsesionaba a Dulli por aquellos años) copulan Mudhoney y Curtis Mayfield, el Let It Be de los Replacements y el What's Going On de Marvin Gaye, el post-punk y Motown, Seattle y Philadelphia. Es un polvo salvaje a altas horas de la madrugada que deja como testimonio unas sábanas manchadas de semen, sudor y sangre.

6 comentarios:

  1. Estupenda entrada para que "mi cabeza" sepa de qué va este disco de una de mis asignaturas pendientes. Lo sé, llevo años pecando.

    Un abrazo, Agente.

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  2. No conozco este disco, pero tu texto es enorme.
    Saludos

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  3. Soberbio trabajo, magnífico Coops ! Tiene este disco el soul con guitarrazos a mansalva marca de la casa, un rollo "noirense" que va más allá de las evocadoras imágenes de la carpeta interior y que salpica de pleno en letras y temáticas (qué se note la formación cinematográfica de Dulli, claro qué sí) y, para rematar, cierto poso de malditismo al ser el disco menos consensuado, por lo general, de una banda absolutamente necesaria... Genial el desdoblamiento "lynchniano" del texto, por otro lado (muy bueno lo suyo Agente). Ah, y atención con el nuevo disco qué cuando se arranque no hay quien lo pare... esto es volver por fueros. Abrazo guzzero.
    Pd." Honky's ladder" es la esencia de los Whigs elevada al cubo y hasta al mocho !

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  4. Uno de los mejores discos de los noventa. Ignoraba toda la parafernalia que rodea el proyecto, pero eso no me impidió pasarme un verano entero fundiendo el CD en mi casa, en el coche y en el trabajo. "Going to town" y "Blame, etc" son dos de mis grandes himnos de todos los tiempos. La verdad es que jace años que no lo pincho de tanto como lo quemé en su momento. Creo que le vamos a dar una nueva vuelta.....

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  5. Gonzalo: a Dulli le van los pecadores (y el pecado) así que no hay problema :-)

    Lou: pues me aventuro a decir que puede ser un disco con el que conectes totalmente.

    Guzz: me alegro que te guste la entrada, creo que se me fue un poco la 'pinza' pero es que... leches, es 'Black Love" y los jodidos Afghan Whigs.! ¿Ya has escuchado el nuevo álbum? Yo es que tenía miedo (ni siquiera le di una escucha a los temas de adelanto) pero si dices que vuelven por sus fueros encargo el disco ya mismo jejeje...

    Tarquin: cada vez que vuelvo a él me vuelvo a enganchar y lo quemo como si estuviésemos de vuelta en los 90, década de la que -estoy de acuerdo- es una de las mejores obras.

    Saludos a todos.

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