Los 90 no sólo nos dejaron obras maestras vestidas con camisas de franela a cuadros; ahí tenemos instituciones como los Black Crowes o The Jayhawks, outsiders como The Afghan Whigs o Blind Melon, luminarias como Jeff Buckley, herederos del punk-rock neoyorkino como D Generation...; por no hablar de que supuso la década en que colosos como Dylan o Young renacieron definitivamente de sus cenizas y artistas como Steve Earle, Tom Petty o Waits tuvieron a bien entregarnos algunas de sus mejores obras.
Pero si rebuscamos aquí y allá nos topamos también con una serie de artistas y bandas de lo más heterogéneo pero que contaban con un denominador común: el gusto por las melodías. Sin ánimo de ser exhaustivo ni original démonos un paseo por algunas de esas obras;
Girlfriend - Matthew Sweet: si alguien a quien acabáis de conocer tiene este disco en casa, no hay de que preocuparse, es de fiar. Cuando no había el exceso de información que sufrimos hoy día ni el acceso a todo tipo de contenidos era tan fácil e inmediato el nombre de Matthew Sweet solía llegar a tus oídos por primera vez como de casualidad, en forma de una conversación a la que llegas ya comenzada; su nombre nunca aparecía (sigue sin hacerlo) en ninguna lista de Los mejores discos de...y cuando el "rumor" definitivamente cobraba forma y se materializaba ante tí descubrías que sí, que azuzado por el fin de su matrimonio y espoleado por el comienzo de una nueva relación y recogiendo el espíritu de Brian Wilson, The Beatles o Big Star pero también del Neil Young de joyas como Zuma y haciendo contemporáneas esas referencias el bueno de Sweet nos había entregado el Blood On The Tracks del power-pop.
Continuará...