jueves, 18 de octubre de 2012

NOSTALGIA

Hace un par de días en un programa de radio empezó a sonar "She Walks In So Many Ways" y en ese momento, ya metido en la madrugada, fui más consciente que nunca que estaba ante una banda clásica aunque enseguida me inundó una agridulce sensación de nostalgia. Nostalgia acentuada por las recientes crónicas de amigos blogueros como Joserra y Addison, testigos de la última visita de los de Minneapolis, de la tensión en el escenario entre Louris y Olson y del aroma de punto ¿y final? de la aventura que se desprendía de las propias palabras de Karen Grotberg. Mockingbird Time me sigue pareciendo una delicia, me da igual que no sean amigos, no hace falta que lo sean, no tienen que quedarse toda la noche compartiendo cervezas en el estudio tras una sesión de grabación, por mí como si Mark Olson sale a escena con la camiseta de "Who The Fuck Is Gary Louris?". Una reseña escrita en un periódico pasaba por alto el concierto para centrarse casi exclusivamente en el hecho de que si algún espectador se acercaba a ver al grupo sin conocerlo, empujado por las palabras de algún fan, se decepcionaría porque The Jayhawks no cambiarían el curso de la música (como si eso lo hubieran hecho tantos); pues bien, el pulso de mis días si lo cambia y eso me basta.


Y es que aún recuerdo el subidón de encontrar Tomorrow The Green Grass tras tanto tiempo buscándolo y correr hacia mi piso de estudiante para poder escuchar al fin ese álbum del que tanto había oído hablar (¿os acordáis cuando algunos discos se compraban a ciegas?). Empezó a sonar "Blue" y quedé atrapado para siempre; luego vino un viaje atrás en el tiempo y llegó Hollywood Town Hall con "Waiting For The Sun", "Two Angels" o "Settled Down Like Rain"; el siguiente sería Sound Of Lies y su aura de oscura y maldita obra maestra; Smile, con sus errores y aciertos; y mi ojito derecho, Rainy Day Music, con permiso de TTGG el disco de los Jayhawks que más he escuchado, cuántas veces me he visto reflejado en los ojos de Sarah Jane, cuántas veces me he emocionado con el estribillo de "All The Right Reasons" y ese "todo lo que sé es que te amo por las razones correctas".

En 2009 unas fechas en España reunía de nuevo a la formación "que todos queríamos", se reeditaba su debut de 1986, una obra cargada de heno con alguna joya por descubrir como "King Of Kings" y nos plantábamos en 2011 con la noticia de un nuevo disco, el citado Mockingbird Time, la continuación de TTGG, espadas en todo lo alto, decepcionante para muchos, colección que el tiempo pondrá en su sitio para otros. Por supuesto que la próxima vez que haga sonar HTH no voy a pensar en si Olson sigue o no con el grupo o siquiera si los Jayhwaks siguen adelante pero sí que esa sensación de nostalgia -aunque también de pura y duradera emoción- me invadirá de nuevo.

viernes, 12 de octubre de 2012

MONEY JUNGLE


Hace 50 años, exactamente el 17 de septiembre de 1962, con los estudios Sound Makers de la ciudad de Nueva York como testigos, tuvo lugar una sesión de grabación que suponía el encuentro entre las cuatro paredes de un estudio de Duke Ellington, Charles Mingus y Max Roach; sesión de la que saldría  uno de los discos de culto de la historia del jazz. Un encuentro que de tratarse de un combate de boxeo podría haberse publicitado con una de esas hiperbólicas frases tipo "no se pierdan en la noche de hoy el enfrentamiento definitivo entre tradición y vanguardia...no esperen a que se lo cuenten" .

Al comienzo del tema homónimo el percusivo y casi violento bajo de Mingus, al que en seguida se une la batería de Roach, parecen retar al "viejo" Duke -que por entonces llevaba 40 años de carrera musical, más o menos la edad con la que contaban sus acompañantes- para que éste se adentre en territorio desconocido el cual en ese momento con su entrada al piano parece responder "estos beboppers, si cuando vosotros venís yo ya estoy de vuelta!". "Fleurette Africaine", acompañada de una minimalista percusión diríase tocada con las manos por el imaginativo baterista, es una exótica y exquisita pieza atmosférica, un ejemplo de la capacidad de la música para detener el tiempo y hacerte viajar mecido en sus notas. En la pieza de inspiración blues "Very Special" lo clásico se  vuelve moderno y viceversa mientras que los tres minutos y medio de la balada "Warm Valley" son un compendio de contención y delicadeza. La leyenda habla de falta de comunicación, de fricciones e incluso de un intento de abandono por parte del volcánico e impredecible contrabajista; escuchando la poderosa sinergia que desprenden "Wig Wise" y "Caravan" -con el Duque impartiendo toda una lección de sabiduría al piano - se hace difícil de creer. Como colofón, "Solitude", a esas alturas inolvidable estándar que desearías durara eternamente (y es que hay que ser de piedra para no derretirse con esa introducción).

Fue 1962 un año prolífico en cuanto colaboraciones para el compositor de "Mood Indigo"; antes que este paseo por la "jungla del dinero" tenía lugar el encuentro entre el músico de Washington y el saxofonista Coleman Hawkins que daría como resultado el disco Duke Ellington Meets Coleman Hawkins y ese mismo mes de septiembre se registraba el no menos mítico Duke Ellington & John Coltrane pero es Money Jungle el que con más intensidad brilla, desafiando a las luces de neón que ejercen de faro en las noches de la ciudad que lo vio nacer.

lunes, 8 de octubre de 2012

MIS 10 DE...


1) Essence (Lucinda Williams, 2001)
2) Rainy Day Music (The Jayhawks, 2003)
3) American IV:The Man Comes Around (Johnny Cash, 2002)
4) D.F.F.D. (The Dictators, 2001)
5) Lions (The Black Crowes, 2001)
6) Frances The Mute (The Mars Volta, 2005)
7) The Last DJ (Tom Petty & The Heartbreakers, 2002)
8) Farm (Dinosaur Jr., 2009)
9) Blue Cathedral (Comets On Fire, 2004)
10) The Dirty South (Drive-by Truckers, 2004)


viernes, 5 de octubre de 2012

BLUE CATHEDRAL



Aunque tal vez -sólo tal vez- sea Avatar (2006) el trabajo más equilibrado de Comets On Fire es en Blue Cathedral, que veía la luz dos años antes bajo el auspicio del sello Sub Pop, donde la propuesta de la banda liderada por Ethan Miller explotaba definitivamente y sus influencias -la psicodelia espacial de finales de los 60, el proto-punk con epicentro en Detroit, el rock más pesado heredero de Blue Cheer y los primeros Black Sabbath o el noise- confluían en un todo sorprendente y lleno de personalidad. Un trabajo formado por ocho temas, cuatro de ellos instrumentales, que se mueve entre arrebatos de violencia y sutileza, canciones que parecen surgidas de las entrañas de la tierra o bien de las profundidades del océano que te hacen sentir como si un leviatán emergido de esas profundidades abisales te fuera a engullir irremediablemente. La voz de Miller, entre Rob Tyner y un desquiciado Robert Plant, buscando su sitio entre la espiral que forman las graníticas guitarras y una estruendosa batería, brumosos teclados que se pueden masticar y el echoplex de Noel von Harmonson captando frecuencias del interior de un agujero negro, un puntual saxo de querencias free al borde del paroxismo; la propuesta no es fácil ni acomodaticia pero aún así la música de la banda de Santa Cruz esconde una insondable belleza (para sí quisieran Robert Fripp o Roger Waters un instrumental como "Brotherhood Of The Harvest").

Artista inquieto, Ethan Miller ponía en pie el mismo año que salía a la luz el citado Avatar un nuevo proyecto -Howlin' Rain- para dar salida a su vertiente más melódica y luminosa cuyo debut ve la luz ese mismo 2006; un nuevo proyecto, en un principio paralelo, que desembocaría en definitivo relegando a su banda primigenia al ostracismo. No seré yo el que no ponga en valor las obras del nuevo combo puesto que al igual que los dos últimos discos de Comets On Fire, un trabajo como el Magnificent Fiend de 2008 merece un puesto entre lo mejor de la década pasada pero -retomando lo apuntado arriba- el estado actual del rock no está para prescindir de propuestas tan excitantes, complejas -y que reclaman una actitud proactiva del oyente- como la que supone esta Catedral Azul.

viernes, 28 de septiembre de 2012

TAGO MAGO

"Pero ¿es esto rock? (...) ¿qué importancia tiene eso?"
(Gonzalo Aróstegui Lasarte)

Desandando el camino emprendido por el rock n' roll (anglosajón básicamente) desde la década de los 50 para emprender el suyo propio -y el cual recorrerán en algún momento, y cada uno a su manera, desde Eno a Radiohead pasando por Sonic Youth o el punk más libérrimo- la banda alemana entregaba en 1971 su segunda referencia, un doble elepé de desconcertante portada que respondía al nombre de Tago Mago. "Paperhouse" y "Mushroom", de atmósfera mágica y misteriosa el primero y de ominoso sonido industrial el segundo, son los temas que abrían el álbum. Desplegándose en un bucle sin principio ni final, "Oh Yeah" y "Halleluhwah" (cuyo hipnótico pulso funk nos hace pensar en el On The Corner de Miles Davis); la voz de singular capacidad expresiva del vocalista de origen japonés Damo Suzuki, del susurro tántrico al histerismo, la energía en constante transformación de la base rítmica conformada por el baterista Jaki Liebezeit y el bajista - y "montador"- Holger Czukay, la guitarra de Michael Karoli y los teclados de Irmin Schmidt rompiendo una y otra vez las expectativas del oyente. Avant-garde, la llamada música concreta, Stockhausen, free jazz, muchos son los conceptos, nombres y etiquetas que salen a relucir cada vez que aparece el nombre de Can (yo me atrevería a hablar de tribalismo) pero todos ellos se quedan en meras enumeraciones categóricas cuando llegamos a "Aumgn" y "Peking O" y el cúmulo de sensaciones que provocan: del deleite al asombro y la irritación; desdibujando el concepto de canción. Cerrando los casi 75 minutos de Tago Mago como si de un consuelo - o una recompensa- se tratara, la belleza propia de una pieza de cámara pop de "Bring Me Coffee Or Tea". Hay obras que delimitarían la frontera entre el pasado y el futuro de la música pop(ular), con este disco Can irían más allá proyectándose directamente en un futuro por llegar.

(No podía ser de otra manera, esta entrada está dedicada a Gonzalo, "culpable" de inocularme el virus de Can...gracias!!!)

martes, 18 de septiembre de 2012

CRUCE DE CAMINOS (IV)

Jazz: tras tan explícito título se esconde uno de los trabajos más especiales de Ry Cooder, un álbum consagrado a rendir tributo al jazz primigenio de las primeras décadas del s.XX, antes que la llegada de colosos revolucionarios como Louis Armstrong  relegara al ostracismo tan "primitivos" ritmos. Un tributo pues a los tiempos del ragtime y del jazz más vodevilesco a través de temas de Jelly Roll Morton y Bix Beiderbecke entre otros, o adaptaciones de Joseph Spence, guitarrista al que Cooder reconoce como influencia capital debido al uso que el músico de Bahamas hacía del ritmo sincopado. Ya sea en quinteto o en octeto, acompañado únicamente de su guitarrra o rodeado de vibráfonos, tubas, trombones, clarinetes o cuartetos vocales estamos ante un disco bellísimo, un bocado para paladares finos. Grabado en 1978 en los Warner Studios hacer sonar "Big Bad Bill Is Sweet William Now", "Shine" o "We Shall Be Happy" es trasladarte a otra época transformando tu aparato de música en una singular máquina del tiempo.


Bop Till You Drop: Ry Cooder diría adios a la década de los 70 con un paseo por Memphis al volante de un elegante Cadillac (rosa, por supuesto). Agridulce despedida pues si bien estamos ante un muy buen disco del californiano, repleto de soul y R&B, éste se ve lastrado en parte por una producción que sin llegar ni de lejos a los atentados sonoros que se perpetrarían en los años 80, le resta algo de la calidez y "autenticidad"  que sí tenían sus anteriores trabajos (Bop Till You Drop fue el primer disco grabado enteramente en digital). Aún así, las vueltas de tuerca a las que somete a "Little Sister" de Elvis Presley o "Go Home, Girl" de Arthur Alexander, la elegancia de la instrumental "I Think It´s Going To Work Out Fine", el ritmo funky de "Down In Hollywood" (composición de Cooder y su bajista Tim Drummond) o la rythmandbluesera "Don´t Mess Up A Good Thing" con la genial voz invitada de Chaka Khan, son razones suficientes para que la batalla la gane lo que realmente importa, la música y las canciones. Porque eso es lo que pone de relieve todos estos discos que hemos repasado en este especial que hoy acaba -y con el que espero no haberos aburrido-; que por encima de modas, por encima de estilos y épocas, una buena canción siempre será una buena canción.

lunes, 10 de septiembre de 2012

CRUCE DE CAMINOS (III)

Chicken Skin Music: si en el anterior Paradise & Lunch Cooder ampliaba la paleta de colores de su catálogo musicológico incluyendo pop a lo Burt Bucharach y ahondando en el espíritu del R&B para su siguiente obra, de 1976, el lienzo daría cabida al azul de Hawai y al verde y rojo del chile mexicano. A los sospechosos habituales (Jim Keltner, Chris Ethridge o Milt Holland) se le unieron los guitarristas hawaianos Gabby Pahinui y Atta Isaacs y el acordeonista Flaco Jiménez para hacer de Chicken Skin Music un billete de avión abierto a cualquier destino. Partiendo del punto donde lo había dejado en sus primeros discos con la versión de Leadbelly "The Bourgeois Blues" podemos pasear por la blanca arena o bañarnos en las cristalinas aguas de "Yellow Roses" y "Chloe", hacer una parada para asombrarnos con el bolero que llevaba dentro la icónica "Stand By Me" de Ben E. King y visitar alguna oscura cantina, ya sea para acabarnos la última botella de tequila mientras entonamos "Goodnight Irene" o bailar bien agarrados al son de "He´ll Have To Go". Un disco para guardar bajo el epígrafe de "Obras Maestras Silenciosas" junto a otros olvidados como Doug Sham And Band.


Show Time: una fantástica portada es la tarjeta de presentación del primer disco en directo de Ry Cooder (que no obstante comienza con un nuevo tema en estudio, el divertido "School Is Out"). Producido, al igual que Chicken Skin Music, por el propio Cooder, el álbum fue registrado los días 14 y 15 de Diciembre de 1976 en el Great American Music Hall de San Francisco. Junto a él, el acordeón de Flaco Jiménez, el bajo de Henry Ojeda, la batería de Isaac García, el bajo sexto de Jesse Ponce, el saxo alto de Frank Villarreal y las voces de Eldridge King, Terry Evans y Bobby King. Resumiendo, una Chicken Skin Band que convierte Show Time en toda una fiesta ya sea reelaborando cortes registrados en álbumes anteriores como "Jesus On The Mainline" o "The Dark End Of The Street" (esta vez con las soberbias voces de la tripleta King-Evans-King) ribeteados por el acordeón de Flaco Jiménez y el magisterio de Cooder a la slide, bien con la tradicional "Volver, Volver" (con Flaco al micro interpretándola en español) o el irresistible groove de "Smack Dab In The Middle" con la que se despiden. La única pega que se le puede poner es que no sea doble...aunque siempre nos queda pulsar el play de nuevo.